Israel ha entablado conversaciones a puerta cerrada sobre un acuerdo diplomático con el gobierno sirio. Sus ataques contra Damasco de esta semana ponen de manifiesto una falta de claridad estratégica.
Israel y Siria han tenido conversaciones secretas por semanas, buscando una solución diplomática a décadas de tensiones, principalmente por el territorio que Israel le arrebató a Siria durante la guerra árabe-israelí de 1967.
Los medios de comunicación israelíes se han inundado de predicciones optimistas sobre un pacto limitado de no agresión, o incluso un acuerdo de paz histórico entre el Estado judío y los antiguos yihadistas que en diciembre pasado tomaron el control de Damasco.
Los ataques osados de Israel de esta semana contra las fuerzas gubernamentales y las infraestructuras sirias, incluso en la capital, Damasco, muestran el carácter prematuro de esas expectativas en un contexto geopolítico tan incierto. También ha ejemplificado cómo Israel, todavía traumatizado por el ataque sorpresa de Hamás en octubre de 2023, pero animado por sus éxitos más recientes contra Hizbulá e Irán, ahora es más propenso a utilizar la fuerza para enfrentar preventivamente a las amenazas percibidas, incluso si eso obstaculiza los esfuerzos diplomáticos para lograr el mismo objetivo.
“Parece muy discordante”, dijo Itamar Rabinovich, un historiador israelí de Siria que dirigió las negociaciones de Israel con Siria durante la década de 1990. “Va en contra del esfuerzo por negociar”.
Rabinovich dijo que los ataques reflejan la doctrina militar israelí posterior a 2023 que combina “una mezcla muy extraña de paranoia tras el 7 de octubre y una sensación de poder tras el éxito en Líbano e Irán. Y el resultado es esta preferencia por el uso de la fuerza en lugar de la diplomacia”.
La intervención de Israel en Siria, justo cuando las conversaciones entre ambos estaban cobrando impulso, provocó cierta exasperación en Washington, según un funcionario estadounidense de alto rango. El funcionario, que habló con la condición de mantener su anonimato para poder discutir evaluaciones internas, dijo que Damasco trató de disminuir las tensiones, pero Israel parecía decidido a atacar a pesar de eso. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, describió las tensiones entre Siria e Israel como un “malentendido” y dijo que Estados Unidos había ayudado a negociar un acuerdo entre todas las partes implicadas en los enfrentamientos.
El impulso concreto de las acciones de Israel esta semana fue el despliegue de fuerzas del gobierno sirio en el suroeste de Siria para contener los enfrentamientos entre miembros de tribus beduinas y la minoría drusa de Siria. Aunque gran parte del arsenal sirio fue diezmado por decenas de ataques israelíes en el invierno pasado y tras años de guerra civil, el gobierno sirio pudo enviar soldados en camionetas y tanques anticuados.

Para los israelíes, esto planteaba dos retos. El primero era la percepción de una amenaza para la seguridad en el suroeste de Siria, donde Israel quiere impedir la acumulación de fuerzas potencialmente hostiles. Receloso del nuevo gobierno sirio, dirigido por islamistas de línea dura, Israel ocupa desde diciembre zonas del suroeste de Siria para impedir que las fuerzas sirias alcancen la frontera israelí.
El segundo reto de Israel es interno. El trato dispensado a los drusos sirios esta semana provocó disturbios entre los miembros de la pequeña pero influyente comunidad drusa de Israel, quienes organizaron protestas, bloquearon carreteras y, en algunos casos, forzaron la entrada en Siria tras recibir informes, no confirmados por The New York Times, de ejecuciones extrajudiciales en ese país. En especial, se desencadenó la indignación después de que israelíes empezaran a difundir imágenes por internet, que no fueron verificadas por el Times, que parecían mostrar a combatientes islamistas humillando a hombres drusos.
Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí, aludió a gran parte de este contexto en una declaración el jueves en la que intentaba explicar las acciones de Israel. “Hemos establecido una política clara: la desmilitarización de la región al sur de Damasco”, dijo Netanyahu. “Esa es la regla número uno”, añadió. “La regla número dos es proteger a los hermanos de nuestros hermanos, los drusos”.
Por ahora, no está claro hasta qué punto Israel está comprometido con una campaña militar prolongada en el sur de Siria, o si sus ataques fueron principalmente un intento de sofocar la molestia de los drusos israelíes a corto plazo. Unos 150.000 drusos viven bajo el gobierno israelí, incluidos unos 20.000 en los Altos del Golán, territorio que Israel arrebató a Siria durante la guerra árabe-israelí de 1967 y que posteriormente se anexionó. A diferencia de otros grupos árabes de Israel, los drusos suelen servir en el ejército israelí. Algunos han alcanzado el rango de general y otros han muerto en combate durante la guerra en Gaza.

Esto ha contribuido a forjar un vínculo entre los ciudadanos judíos y drusos de Israel, incluso después de que una ley controversial aprobada en 2018 indignara a muchos drusos porque socavaba su estatus dentro del Estado judío.
Rafik Halabi, alcalde de Daliyat al Karmel, una de las mayores ciudades drusas en Israel, dijo que las protestas drusas habían presionado al gobierno israelí para que actuara, sobre todo después de que, según informes, unos 1000 hombres drusos israelíes cruzaran a territorio sirio. Pero Halabi dijo que sigue sin estar convencido de que el gobierno quiera intervenir de manera regular, sobre todo después de reunirse y hablar en los últimos días con generales y dirigentes políticos israelíes, incluido Netanyahu.
“¿Israel quiere interferir en la situación siria? No estoy seguro”, dijo Halabi en una entrevista telefónica. “Por lo que he podido entender, quieren estar adentro y, al mismo tiempo, quieren estar afuera”.
Por ahora, los ataques han ensombrecido las negociaciones entre Israel y Siria, y ha dejado pocas esperanzas inmediatas de llegar a un acuerdo diplomático. El jueves, el presidente de Siria, Ahmed al Shara, acusó a Israel de intentar sembrar el “caos” en el país.
Pero lo más probable es que Israel siga esperando algún tipo de pacto limitado de no agresión con Al Shara, según Carmit Valensi, experta israelí en asuntos de Siria e Israel del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, un grupo de investigación en Tel Aviv.
El llamado maximalista de Netanyahu a favor de una zona completamente desmilitarizada al sur de Damasco puede ser simplemente un gambito de apertura que preceda a un compromiso, añadió Valensi. Israel podría permitir que las fuerzas sirias regresaran a las zonas del suroeste de Siria, siempre que Al Shara aceptara formalmente no atacar a Israel en un acuerdo que siguiera aproximadamente las mismas pautas que un pacto forjado en 1974 entre Israel y el anterior régimen sirio, afirmó.
“Israel comprende que la desmilitarización total a largo plazo no es factible, y por eso forma parte de un proceso de negociación”, dijo Valensi. “En otras palabras, es un punto de partida”.
Eric Schmitt colaboró con reportería desde Washington, Johnatan Reiss desde Tel Aviv, y Myra Noveck desde Jerusalén.
Patrick Kingsley es el jefe de la corresponsalía del Times en Jerusalén y dirige la cobertura de Israel, Gaza y Cisjordania.
Redacción: The New York Times