El último informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) revela que los migrantes y refugiados venezolanos en Colombia han generado un impacto económico significativo, estimado en 529,1 millones de dólares. Este dato subraya la importante contribución que la diáspora venezolana aporta a las economías de América Latina y el Caribe.

“La migración actúa como un motor del desarrollo, y estos estudios ofrecen pruebas empíricas que respaldan esta afirmación, demostrando cómo la movilidad humana puede fortalecer el crecimiento económico y social en los países receptores”, afirmó Diego Beltrán, enviado especial de la OIM para la respuesta regional ante los flujos migratorios venezolanos.

Uno de los puntos clave del informe es la alta tasa de empleo entre los migrantes venezolanos, con un 90 % de la población laboralmente activa ocupada, a pesar de que solo un 18 % ejerce en su campo profesional. Además, se destaca que un 20 % de los migrantes cuenta con educación formal, aunque muchos se ven obligados a trabajar en el sector informal, lo que limita su potencial de ingresos.

Se estima que de los 7,7 millones de personas que han salido de Venezuela en los últimos años, cerca del 40 % están radicadas en Colombia. En Bogotá se calcula que más de un millón de venezolanos se han instalado en la ciudad a lo largo de los últimos 7 años.

“Esto es más del 10 % de la población, por lo que ha sido un reto complejo que hemos enfrentado para poder integrarlos”, explicó el alcalde de la capital colombiana, Carlos Fernando Galán, en declaraciones a la Voz de América.

¿Cómo integrar al migrante venezolano?

El edil, que participó en la sesión informativa del Consejo de Alcaldes sobre Migración (MMC, por sus siglas en inglés) que se celebró en Nueva York como un acto paralelo a la Asamblea General de las Naciones Unidas, lamentó que muchos de los venezolanos que se han establecido en la ciudad están de forma irregular, sin permiso de trabajo, lo que dificulta mucho su integración en la sociedad.

“Bogotá es una ciudad que tiene en su ADN la migración, es una ciudad que se construyó a partir de migraciones internas debido a las situaciones económicas y de violencia. Eso, seguramente, nos ha ayudado a ir avanzando en esa integración de la nueva población, pero es un reto adicional y complejo que hoy requiere de mayores esfuerzos, tanto del gobierno nacional como de la comunidad internacional”, declaró el funcionario bogotano.

En esa línea, insistió en que la regularización es la única vía que tienen los migrantes venezolanos para “conectarse económicamente con la ciudad” y poder prosperar tras dejar atrás su país.

La economía informal en Bogotá

Según datos oficiales, en Bogotá hay más de 600.000 migrantes venezolanos que han llegado en los últimos años. Sin embargo, de acuerdo con los servicios prestados en el sector sanitario y de integración social, esa cifra superaría el millón y la mayoría trabajando en economías informales, es decir, en trabajos mal pagados y sin ningún tipo de protección.

“El 30 % de la población en Bogotá, en general, está en la informalidad, mientras que el 80 % de la población migrante está en la informalidad”, agregó el alcalde de Bogotá.

Con todo, considera que Bogotá está en un buen momento para aprovechar estos flujos migrantes venezolanos en tanto que la ciudad “se está envejeciendo”, de manera que en un futuro a corto plazo se requerirá nueva mano de obra que pueda suplir la falta de personal en la ciudad.

“Hay que aprovechar económicamente lo que puede significar la migración y la llegada de una población joven a una ciudad que está envejeciéndose como Bogotá. Para eso hay que garantizar que puedan trabajar (legalmente), por lo que es fundamental el permiso que debe dar la nación”, expuso convencido de que “la migración bien gestionada puede generar oportunidades” y que ese modelo puede exportarse a otras ciudades en la misma situación.

El estigma del migrante venezolano

Por otro lado, Galán lamentó la ola de xenofobia hacia los migrantes venezolanos, una situación que, a su parecer, no hace más que acrecentar el estigma entre esta población.

“Ese es uno de los problemas que enfrentamos en el territorio: la estigmatización que se hace frente a los migrantes, la xenofobia que se promueve desde algunos sectores de la población”, dijo aclarando que “efectivamente hay casos de migrantes que llegan y cometen delitos, pero es en la misma proporción que los no migrantes”.

“Entonces, eso no nos debe llevar a pensar que esa es una población que particularmente esté eventualmente vinculada a actividades ilegales”, apostilló admitiendo su preocupación ante una posible nueva ola de migrantes venezolanos si la situción política se agrava en el país vecino.

Redacción: Voz de América.